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viernes, 16 de agosto de 2013

Violencia en la Red

Empiezo a escribir el 10/08/13

De un tiempo a esta parte asisto estupefacta y en silencio a un fenómeno que me preocupa: la violencia sutil pero continuada en la red.

A lo mejor se trata de un problema mío, que tengo una definición de violencia muy amplia y casi cualquier cosa que implique faltarle el respeto a otro la etiqueto como violencia.

Aquí podría extenderme bastante sobre las etiquetas, las definiciones, las acotaciones, las delimitaciones...

Cuando creamos delimitaciones, algo tremendamente natural por otra parte (yo soy yo, tú eres tú, lo mío es mío, lo tuyo es tuyo), creamos también una línea invisible que, al ser traspasada, nos violenta.

Cuando tú traspasas mis límites, me siento violentada e impelida a defenderme. A veces, esa defensa, también me enzarza en el círculo de la violencia, aunque sea legítimo que me defienda. Ya sabemos que, si no marcamos el límite claramente, el agresor puede no darse por aludido y seguir agrediendo, y ninguna queremos eso, sobretodo si el agresor es el marido y la agredida la mujer.

Pero, ¿qué pasa cuando la agresión es virtual, a través de comentarios y posts?

Lo que veo últimamente es un montón de gente enfadada. Al principio eran indirectas, opiniones dichas de soslayo, del estilo, "pues a mí no me parece bien que alguien haga o diga". Luego ya eran "pues Zetanita puede decir lo que quiera pero yo opino que tal y pascual". Y últimamente ya es confusión total.

Mis contactos en Facebook se pelean entre ellos y yo asisto estupefacta y en silencio. Hasta hoy.

Contactos en Facebook tengo de muchos tipos, porque también yo soy multi-algo (multi-fásica, multi-tarea, multi-personalidad, multi-opinión). Digo y me contra-digo en muchas ocasiones. Y por lo tanto, en mi Facebook tengo a mis primos, a mis amigos, a mis compañeras, a mis ex-compañeros, y tengo a personas que sigo y admiro por alguna de sus causas. Y a veces, no me gusta como aborda una de sus causas , así que sigo a otra persona que sí me gusta como aborda esa causa. Entonces, encuentras en mi muro a enemigas acérrimas porque tienen dos aproximaciones diferentes a dos, tres o cincuenta temas distintos. Y unas me gustan por su aproximación a un tema, y otras me gustan por su aproximación a un tema diferente.

Hasta aquí, más o menos, todo normal, ¿o no?

Retomamos las definiciones y los límites. Como nos gustan nuestras definiciones y nuestros límites, los decimos por ahí. Los reivindicamos. Tratamos de ganar a otras mujeres para nuestra causa de la liberación y el empoderamiento, de la consciencia y de post-patriarcalidad, de la crianza con apego, o con apego seguro, o con apego del que sea, y la educación respetuosa, sin miedos, sin castigos, sin críticas... sin violencia.

Y como cada una define todo eso a su manera, se siente libre de decir lo que le viene en gana.

Pero, ay, a veces la verdad ofende la definición de otra.

Y ahí ya llega un punto en que me pierdo en la auto-referencialidad de las diferentes susceptibilidades, llega un punto en que no sé si "eso" va por "aquella" o por la "otra", si H dijo x refiriéndose a x pero C pensó que iba por z y por eso le saltó a la yugular, o si realmente H dijo x refiriéndose a z y se merecía la que se montó.

Llega un punto en que me canso y así, a bote pronto, todo me da igual. Todas las mujeres me importan por igual y por igual todas me dan lo mismo, porque "la mujer" o "las mujeres" o lo que sea, son una entelequia. Sus derechos, sus privilegios, sus opresiones, lo que sea. Todo es una abstracción mental.

Hace poco alguien, en otra parte, hablando de otras cosas, me acusó de cosificar a los hombres. Es cierto. También lo hago con las mujeres cuando hablo en genérico (singular o plurar). ¡Como si todas fuéramos iguales y tuviéramos los mismos problemas! Cómo si no fuéramos individuos diferentes cada una de nosotras. Aunque, bien pensado, ¿acaso no somos todas iguales en derechos y dignidad?

A lo mejor la equivocada soy yo, per para mí, hablar de "la mujer" o de "las mujeres", no tiene sentido. Es una abstracción. Y entonces prefiero hablar solamente de, por y para, las mujeres que conozco. Esas no son una abstracción. Cuando yo conozco a una persona empieza a importarme y deja de darme igual lo que le suceda. Deja de ser una abstracción, o una entelequia, o un ideal.

Con lo cual, como decía Miriam, la maternidad de X, o de Z, no me interesa, pero a diferencia de ella, tampocome interesa la de la cajera, la pescatera o la vecina. O lo que viene a ser lo mismo, todas me interesan por igual.

Y la opinión profesional de tal o cual profesional, me interesa porque le conozco, no porque tenga un título, igual que me interesa la opinión de tal o cuál mamá, que conozco o vengo siguiendo, tenga además un título o no lo tenga.

Cuando miro mujeres genéricas, todas me parecen parte de lo mismo. Sus niños y las fotos de ellas con sus niños, me gustan o me disgustan, atraen o repelen, en la misma medida que las fotos de cualquier otra señora que no conozco y vive en a saber qué lugar de esta estación espacial llamada Tierra. Lo que me suele gustar de estas fotos es la mirada de quien las hizo, no tanto los elementos que hay en ellas. Es decir, el mismo paisaje no sale igual retratado por mí o por mi hijo mayor, por poner un ejemplo.

Así, por hablar de una de las disputas de hoy día 10 (qué dolor de tripa Miriam, Azucena, qué dolor de tripa), la foto de una famosa me gustará, o no, en función del buen gusto (o sea, gusto coincidente con el mío), de quien la hizo. Igual, exactamente, que la foto de una señora anónima.

Luego está esa distinción entre maternidad real y maternidad no-real que plantea Miriam en el post anteriormente citado. ¿Será artificial? ¿Qué tiene de más real la maternidad de una mujer anónima respecto de una mujer no-anónima? ¿Qué pasa con la mujer anónima que deja de serlo? ¿También deja de ser real su maternidad? ¿Real para quién? ¿Para el ojo público del espectador que todo lo juzga y sobretodo opina?

Y las críticas. Uf, las críticas. Tuve el gozo de participar en un ensayo sobre las críticas a la crianza que publicó Lily Yuste, lo hice con una breve reflexión acerca del hecho de que todos criticamos y somos criticados, y que muchas veces nos pican cosas que no son picantes, pero que a nosotras, por temas nuestros, nos pican.

El ensayo de Lily pretende ser un método de ayuda para afrontar las críticas a la crianza que recibimos las mamis que nos adherimos a esto de la crianza natural, con apego seguro, respeto, corazón o el apellido que quieras colocarle. Pues bien, yo he visto realizar juicios muy violentos hacia mamis que no crían así. En ambos casos (mí hacia ti, tú hacia mí, nosotras-vosotras, y otras divisiones de la humanidad), se juntan el miedo (por ejemplo, a no ser una buena madre, al qué dirán, a que el niño nos salga un criminal o un maleducado), con la necesidad de reivindicar la propia postura y tener razón (infancias doloridas las de todas nosotras). Criticamos a las famosas por dar mal ejemplo con sus decisiones, o por hacer públicas sus decisiones, aunque coincidan con las nuestras, o por el mero hecho de ser famosas.

Criticamos a quien las critica. Como yo ahora. y, sobretodo, opinamos, con la boca bien abierta. Y erramos. Porque somos humanas, mujeres, iguales, distintas, hermosas. Todas. Y me sabe mal que haya violencia entre v(n)osotras.

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Dejo reposar el post, por aquello de trabajar mis impulsos, y a 13/08/13 añado:

Ileana, siempre tan sabia, habla en Facebook de algo que yo llamaré la metáfora del balancín: dos personas aparentemente enfrentadas, en realidad están mirando al mismo tiempo el mismo punto de interés. O citándola textualmente: "le están dando la misma importancia al mismo asunto en el mismo momento y en el mismo lugar"

Si nos quedamos con mi métafora del balancín, recordemos qué bien que lo pasábamos de niñas, arriba y abajo, abajo y arriba, "vibrando en el mismo eje" juntas...

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Y aún no publico que el 14/08/13 salta otra liebre violenta por el Facebook. Y aunque me gusta el apoyo que ha recibido Elena Mayorga, y encuentro injusta la denuncia a la que se hace referencia (que no es psicóloga, como si se necesitase ser psicóloga para conducir grupos de terapia, autoayuda o lo que sea que haga Elena con su tiempo y su talento), sé que no conozco a la parte demandante y no me siento capaz para juzgarla u opinar sobre ella. Yo no he leído de primera mano nada de ella, ni la tengo en FB, así que no puedo opinar, pero tengo a gente que la tiene, y me merecen atención por el contenido que escriben y comparten.

Sé que cada una de nosotras sabe por qué hace lo que hace, por qué escribe lo que escribe y por qué razones siente las cosas de la forma que las siente. Cada una sabe por qué emplea una cierta dosis de energía para plantar con firmeza sus límites en un lugar y no en otro. A mí, a veces, la energía y la firmeza, me resultan violentas, pero es mi problema y trato de resolverlo.

Lo que me inhibe, me coarta y se me atraganta, es saber que tal vez, un día, yo encuentre útil y comparta algo de alguien non-grato y pierda un contacto (o cincuenta) o me gane un bloqueo por parte de quien aprecio y admiro (Miri, esta va por ti). A mí no me gusta que me juzguen por lo que hacen mis amigos, mis contactos, o los amigos y contactos de mis amigos y contactos. A mí, si se me ha de juzgar, bloquear o eliminar, que sea por lo que escribo yo, pienso yo y publico yo, con mi firma, con mis nombres y apellidos, Ana Mª Valenzuela Lamas, no porque comparta un artículo que dice de alguna forma comprensible y seria lo que yo creo y opino, aunque no lo haya escrito yo, y que si lo comparto es porque está mejor escrito (creo) de lo que lo escribiría yo, o porque está disponible justo en ese momento y me ahorra el ponerme a escribir yo, que ya está bien, que tardo una semana en publicar las cosas porque no sé hilar más de tres pensamientos seguidos de forma ordenada y me voy por las ramas.

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A 16/08/13 Ileana publica: http://www.tenemostetas.com/2013/08/autocritica.html y lo explica mucho mejor, pero ya que me he dado el curro de ir escribiendo toda esta semana, pues yo también publico. Ea.

2 comentarios:

  1. Es que la gente se olvida de que lo importante no es de donde viene, si no el valor del contenido. El continente también tiene cierta importancia porque a veces cuesta digerir según qué contenidos cuando la forma en que se sirve es violenta o agresiva o demasiado pragmática o enérgica o como quieras decirlo.
    Un beso Ana. Yo me pierdo un poco con estas guerras, las siento ajenas. Sólo aprovecho lo que me sirve y al resto ni le presto atención, no por desairar, es que me sale así... No me gusta perder demasiado el tiempo, aunque las relaciones sociales me divierten, a veces... como ver Gran Hermano (al principio, ahora ya me aburrió también...)

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  2. Yo suelo hacer como tú, no prestar atención. Pero en estos casos al final, era imposible no prestar atención. Cuando ves tanto dolor en gente cercana, al final, acabas doliéndote. Al menos, yo, me duelo. Y como estaba pasando todo de forma simultánea, llegaba a ver batallas paralelas y era un poco caos. Necesitaba aportar mi toque de atención. Aunque sea para mí misma.

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