C&A

sábado, 26 de noviembre de 2011

Amor de madre.

Ayer en Facebook una conocida compartía su tristeza por una amiga. El bebé de una semana de su amiga había fallecido.

Cuando nació Roger, mi mayor miedo era que muriera. Cada noche lo tocaba varias veces para comprobar que seguía respirando. Mi angustia pasó cuando me di cuenta que era mejor agradecer cada instante que pasásemos juntos. Cada noche me repetía cuánto agradecía a la vida el haberme dado la oportunidad de estar junto a ese ser vivo, y cuánto había valido la pena llevarlo dentro y compartir esos días con él. Esos días fueron luego semanas, y meses, y ahora ya van más de 7 años. A veces es muy duro, pero la mayor parte del tiempo sigo con ese sentimiento de agradecimiento. Todo ha valido la pena y estoy feliz de ser su madre.

Cuando nació Marc, hoy hace 17 meses, ya ni me planteé el miedo a perderlo. Me dediqué a hacer lo mismo. Susurrarle palabras bonitas al oído, disfrutar de su tacto y de su olor... como ahora disfruto de su vocecita, de sus pasos por el pasillo, de sus "tetaaaaa", de sus caricias o de que me "quite" la nariz.

Cada noche doy gracias por el día vivido, por todos los días que hemos vivido juntos. Si alguna vez me llegaran a faltar, dentro de la pena infinita sé que tendría un rincón de felicidad porque mis hijos son el regalo más inmenso que podía recibir jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te movilizó algo a favor? ¿Te provocó algo en contra? ¿Tienes algo para añadir? Quiero saber tu algo, no te cortes y comenta.