C&A

viernes, 25 de noviembre de 2011

Monólogo

Volviendo de llevar a Roger al colegio, mi cabeza se ha expandido por un momento más allá de los confines del Universo... bueno no, más allá de mi ombligo debería decir, y he estado pensando en la riqueza ligüística del castellano y lo mal que lo usamos en España.

Cuando vamos a tomar el autobús o cualquier otro medio de transporte, queremos que alguien nos alcance un objeto, pedirle a nuestra pareja que nos sujete al niño un momento, o lo tenga en brazos, cuando vamos al médico y confiamos en que nos atienda rápido, cuando hacemos una foto (o la echamos, o la sacamos, o como dicen en Galicia, la quitamos), o incluso cuando la ropa no nos entra y nos aprieta, los españoles hacemos las delicias de cualquier argentino adulto, porque en este país lo cogemos todo. Debe ser que somos muy acogedores... Cogemos el autobús, yo cojo el tren y el metro bastante a menudo (aquí un argentino debe estar pensando en los usos creativos del tubo de escape). ¡Cógeme las tijeras!
¿Me puedes coger la harina?
¡Cariño! ¡¡Coge al niño que está llorando!!
¡¡Coge al niño que no se escape, a ver si le va a coger un coche!!
Yo voy al médico a ver si me coge rápido y me quejo si ha tardado mucho en cogerme.
A veces le pido a mi marido que coja una foto de ese edificio o de aquél paisaje...
O ya la última (confieso que la he oído muy pocas veces), de "este jersey no me coge", yo siempre pienso si será que se ha encogido el jersey o que a la persona le dio por coger, digo comer, más de la cuenta y se engordó.

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